Neurociencia y meditación
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Estamos en un momento de la historia apasionante. En las últimas décadas se ha descubierto una gran cantidad de información acerca de uno de los grandes misterios de la humanidad, el cerebro humano. Gracias a la máquina de imagen de resonancia magnética, que descodifica las vías nerviosas a escala neuronal en el cerebro, la neurociencia se está transformando. Esto ha supuesto un cambio revolucionario en muchos aspectos, entre otros, el descubrimiento de los beneficios que tiene la meditación para el ser humano.
Existen diversos estudios científicos que demuestran los efectos positivos que tiene la meditación tanto a nivel corporal como mental. Algunos de ellos son: disminuir la amígdala reduciendo el estrés y la ansiedad, reforzar el sistema inmunológico y aliviar el dolor, mejorar la circulación sanguínea, aumentar la actividad en la mitad izquierda del cerebro relacionada con la felicidad frente a la derecha que se vincula a la depresión, cambiar la estructura mental y la expresión genética, aumentar el tamaño del hipocampo que potencia el aprendizaje, la memoria y la regulación de las emociones, aumentar la unión temporoparietal favoreciendo la aparición de la empatía y la compasión y aumentar la parte frontal mejorando la capacidad de atención y potenciando el surgimiento de pensamientos positivos, entre muchos otros.
La meditación estimula la neuroplasticidad del cerebro
No hace mucho tiempo se pensaba que las neuronas estaban limitadas al nacimiento y que el cerebro no podía modificarse. Hoy en día, está probado que el cerebro es plástico y que se pueden, no sólo crear nuevas conexiones neuronales, sino también lo que se conoce por neurogénesis, es decir, nuevas neuronas.
El cerebro cambia en respuesta a las experiencias y los comportamientos repetidos modifican su estructura. La plasticidad de este órgano nos proporciona una libertad tremenda para diseñar la vida a nuestro antojo. La clave está en elegir dónde ponemos el foco de atención. Para poder entrenar la mente y enfocarnos en aquello que nos acerque más a nuestra vida soñada, debemos calmar los pensamientos y emociones sin control. La meditación está demostrando ser una de las técnicas más efectivas para lograrlo, además de asociarse a cambios estructurales y genéticos del propio cerebro.
La meditación y la atención plena
La neurociencia también ha demostrado que el nivel de atención de los meditadores es mayor que el del resto de la población. La mente humana se asemeja a un mono saltando de rama en rama. La meditación es una técnica muy potente para estabilizarla. La mente entrenada gracias a la meditación consigue calmar el número de pensamientos y, por ende, potenciar la atención plena.
Nuestro ritmo desenfrenado nos vuelve frenéticos y distraídos, siempre preocupados por el futuro o añorando el pasado. Hemos perdido la capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas y especialmente del aquí y del ahora. Nos hemos olvidado de prestar atención a lo que estamos realizando en cada momento.
Ante las múltiples exigencias con las que sometemos al cerebro para repartir la atención y la concentración, este trata de adaptarse rápidamente pasando de una tarea a otra sin descanso. Para volver al momento presente, la meditación es una herramienta muy poderosa que nos permite silenciar el bullicio mental y enfocar la atención en la respiración para volver la mirada a nuestro interior.
Claridad mental gracias a la meditación
La meditación no sólo nos ayuda a tomar un respiro ante el ritmo acelerado de la vida moderna, sino también a conocernos mejor. Cuando observamos nuestros pensamientos y sentimientos, somos capaces de reconocer de una manera natural qué nos molesta o motiva para tomar mejores decisiones en nuestro día a día.
Los meditadores potencian la capacidad de enfocarse en lo que hay detrás del flujo incesante de pensamientos. Esto da lugar a la claridad mental y a la transformación del mundo interior y, en consecuencia, la realidad proyectada en el mundo exterior cambia.
En la mayoría de los casos, cambiar las circunstancias externas está fuera de nuestro alcance. Tomar el papel de víctima, quejarse de las situaciones que nos suceden o criticar a otros no nos conduce a nuestros sueños. Sin embargo, reconocer nuestra responsabilidad sobre los pensamientos y emociones que generamos a diario sí nos acerca a nuestros objetivos. La meditación practicada de manera rutinaria nos ayuda a liberarnos de la mente descontrolada y transformar nuestra realidad. La práctica meditativa nos permite crear nuevos genes de la felicidad en el momento en el que decidimos cambiar nuestra percepción de las cosas.
La meditación de la compasión
La práctica de la meditación nos ayuda a crear una mente más clara para saber lidiar con las emociones negativas y fomentar las positivas. La ciencia está aprendiendo los beneficios de la meditación basada en la compasión.
El biólogo molecular y uno de los meditadores más reconocidos, Matthieu Ricard, fue declarado la persona más feliz del mundo después de ser sometido a numerosos estudios científicos neuronales. La neurociencia descubrió una intensa actividad en el córtex prefrontal izquierdo de este monje budista mientras practicaba la meditación de la compasión, llamada tonglen. Estos niveles se situaban muy por encima de lo conocido hasta entonces sobre emociones positivas. Al mismo tiempo, el lóbulo frontal derecho, relacionado con la depresión, y la amígdala del sistema límbico, relacionada con el miedo y la ira, disminuían su tamaño como si la compasión fuera un antídoto natural para combatir estas emociones negativas.
Matthieu piensa que la meditación es un instrumento muy útil para gestionar las emociones y crear una sociedad más compasiva y altruista. Según él, la naturaleza real del ser humano es ayudar a otros y la meditación permite aflorar nuestra verdadera esencia. Uno se puede liberar del odio, los celos, la codicia, las ansias de poder y otros pensamientos negativos gracias al amor altruista y la compasión, para generar una sociedad más cooperativa.
Pensamientos positivos generados gracias a la meditación
Desde hace mucho tiempo, la ciencia sabe que el buen humor ejerce un efecto positivo sobre el organismo en general. La neurociencia ha demostrado que la meditación favorece la aparición de pensamientos positivos y un mayor desarrollo de la zona del hemisferio izquierdo donde se alojan. Tomarse la vida con filosofía, sin apegos al resultado, reírse y rodearse de “personas vitamina”, que te suben la energía, es esencial para generar una actividad más intensa en la corteza prefrontal izquierda. El buen humor reduce el estrés, tiene un efecto antiinflamatorio, estimula el sistema inmunitario y reduce la tensión muscular y sanguínea. En definitiva, todos sus efectos nos vuelven más sanos y felices.
No hace falta meterse a monje o retirarse del mundo en una cueva para meditar, sólo se necesita un poco de disciplina diaria para lograr cierto control mental y aumentar el nivel de felicidad. La meditación es apta para cualquier persona sin distinción de edad, cultura o creencia.
En definitiva, el cerebro se puede comparar como el resto de los músculos del cuerpo. Al igual que se va al gimnasio de manera habitual para poner en forma los músculos y conseguir el cuerpo deseado, el cerebro debe ejercitarse a diario para ver los resultados. La meditación exige compromiso y constancia. La pregunta que te debes hacer es ¿estás dispuesto a hacer el esfuerzo necesario para ver los beneficios a nivel físico y mental?